El homicidio es el principal indicador de seguridad de una ciudad, pues ante la pérdida de una vida no valen discursos ni aplica el subregistro. Y si bien las cifras son menores a las del hurto o la extorsión (afectan la percepción de inseguridad), el impacto de cada asesinato es incalculable en afectados, en pérdidas económicas, en seguridad... De ahí que reducir este delito sea prioridad de toda administración.
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Y la meta, de momento, parece lograrla. Hoy las estadísticas muestran una leve disminución del 2 %, en comparación con el año pasado. Sin embargo, falta mucho por hacer: los elevados índices de muertes por intolerancia, los niveles de impunidad y la articulación entre las autoridades y la ciudadanía, así como la presencia de estructuras especializadas en homicidios de alto perfil preocupan.
El Espectador conoció las cifras actualizadas de la Policía Metropolitana de Bogotá alrededor de este delito. Según la entidad, en lo que va de 2024 (con corte al martes 21 de mayo) se han registrado 402 homicidios (10 menos que los registrados en el mismo período de 2023), lo que equivale a que cada ocho horas, en promedio, matan a una persona en la ciudad. Con un dato adicional: nueve de cada 10 son hombres.
Señala la Policía, además, que entre las 6:00 p.m. y la medianoche es el lapso donde ocurren la mayoría de casos; que el 38 % responden a disputas entre bandas, por el control territorial; el 31 % son por intolerancia, y Bosa, Kennedy y Santa Fe son las localidades con más muertes violentas. Llama la atención que el 59 % se cometieron con arma de fuego y un 32 % con arma blanca, dato que demuestra que el tráfico ilegal de armas sigue fuerte en la ciudad.
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