domingo, 22 de febrero de 2009

Escritor Tomás Eloy Martínez habla del amarillismo tras liberaciones de las Farc




Entrevista con el periodista y escritor argentino, quien dice que los medios hicieron una "carnicería" con las liberaciones de las Farc. "Periodistas muy serios, con una larga trayectoria, añadieron leña al fuego". También habla del peligro de quienes comentan los foros de internet sin identificarse.


Tomás Eloy Martínez (Tucumán, Argentina, 1934) sufrió una operación delicada, se sometió a curas prolongadas, y mientras tanto, escribió artículos, terminó una novela, Purgatorio, salió a cenar, viajó a México a cumplimentar a su amigo Carlos Fuentes por su cumpleaños, y además tuvo tiempo de salir a cenar con amigos, para discutir con ellos sobre todo lo que se mueve y para seguir siendo un miembro muy activo de la Fundación Nuevo Periodismo, que preside otro amigo suyo, Gabriel García Márquez. Es su carácter. Fue periodista de chico, siempre quiso contar historias, y el día en que no cuente historias (verdaderas o de ficción) dejará de ser Tomás Eloy Martínez, el periodista.


Nosotros le entrevistamos en su casa de Buenos Aires (tiene otra en Nueva Jersey, en cuya Universidad de Rutgers es profesor), en medio de uno de esos vaivenes de salud que afrontó y afronta como un jabato en la hora más alta de la fabricación de un periódico, o de una novela, antes de que viajara a España a hablar de su última novela. Si se pregunta en Argentina, en cualquier sitio, por el periodista que definiría hoy la pasión por este oficio, quién sería hoy un maestro, una mayoría dice este nombre. Aunque ha sido alentado por los premios que ha recibido por sus novelas a abandonar el oficio, ésta es su pasión; la ejerció en la revista Primera Plana, en el diario La Nación; en el exilio, que le salvó de las garras de la dictadura militar argentina, trabajó como periodista en Venezuela y en México; en este último país, en Guadalajara, puso en marcha un diario.


Aunque ha dirigido redacciones, su pasión ha sido el reportaje, y de esa dedicación es un ejemplo múltiple su recopilación Lugar común, la muerte. Después de hablar con él en Buenos Aires, les dijo a unos periodistas argentinos sobre la esencia de sus dos oficios solapados, el escritor de ficciones y el periodista: 'La literatura, si no es desobediencia, no es'. La literatura, como el periodismo, son centralmente actos de transgresión, maneras de mirar un poco más allá de tus límites, de tus narices. Todo lo que he escrito en la vida son actos de búsqueda de libertad. Nada me daba más placer -cuando publicaba mis primeros artículos en La Gaceta de Tucumán- que mi madre les dijera a mis hermanas: 'Tenemos que ir a misa a rezar por el alma de Tomás, que está totalmente perdida'.


En su ideario, dijo una vez, está la verdad como periodista, la mentira como novelista. 'El periodista tiene la obligación de ser fiel a la verdad, a los lectores y a sí mismo. El escritor, en cambio, sólo tiene que ser fiel a sí mismo'. Fiel a su alma doble, de escritor y de periodista, Tomás Eloy Martínez dice que el periodismo le ha permitido ganarse la vida con dignidad. Con esta alma 'totalmente perdida' tratamos de juntar los pedazos del periodismo de ayer y de hoy.


¿De qué viene esta pasión?


Desde que tengo memoria he querido contar historias. Como no me pagan por hacerlo, me desvié hacia el periodismo, donde eso era posible. Escribí crónicas y, como tuve un éxito modesto en esos ejercicios, cuando me propuse escribir novelas no quise dejarme llevar por la facilidad del oficio que había adquirido. Quise componer novelas puras, de espaldas a toda brizna de realidad, y no existen las novelas puras. Yo quería negar todo lo que era (el periodista, el crítico de cine, el investigador de las crónicas de Indias), y de hecho lo negué en mi primera novela, que data de 1967.


¿Y cómo ve ahora este oficio?


Ante el periodismo, ante lo que vendrá, siento una cierta perplejidad; las formas de lectura están cambiando vertiginosamente, y el periodismo de papel se está convirtiendo en un vehículo incómodo para la lectura. Mucha gente prefiere las versiones online de los periódicos, y yo les encuentro un riesgo, sobre todo en los comentarios a las noticias o a las opiniones. Por un lado, hay una libertad necesaria para escribir y para expresarse con soltura. Por el otro, el anonimato de los posteos abre el camino a una peligrosa impunidad.

No me preocupan tanto los descuidos y malos tratos a que se somete el lenguaje, que es nuestra herramienta esencial. Me preocupa más que se lea mal y que esa ligereza en la lectura derive en una ligereza en la acusación. El anonimato encubre una cierta infamia, encubre a veces sentimientos deleznables. Esto no es el periodismo, por supuesto; es una perversión del periodismo, pero es algo para lo cual el periodismo es un vehículo en este momento.


Pero había periodismo amarillo.


Lo había y lo hay. Lo que pasa es que esto potencia, multiplica, la fuerza del periodista amarillo. Todos los días vemos señales de este tipo de periodismo que se manifiesta en forma de acusación. Escribí una columna sobre la carnicería que se hizo con Ingrid Betancourt y con Clara Rojas cuando fueron liberadas por las Farc. Periodistas muy serios, con una larga trayectoria, añadieron leña al fuego de los chismes sobre su intimidad.


¿Cómo se establecen los límites?


Éste es un trabajo básico de los editores. Cuando se creó la Fundación Nuevo Periodismo, la intención era proporcionar a los jóvenes periodistas el tipo de educación sobre la edición de textos que habíamos tenido la gente de mi edad durante los tiempos de nuestra formación profesional. Esa educación ha sido arrasada ahora por la rapidez con que se trabaja.

TOMADO DE http://www.cronicaspatodos.com/2009/02/escritor-tomas-eloy-martinez-habla-del.html

sábado, 21 de febrero de 2009

El sensacionalismo


Algunos elementos para su comprensión y análisis

Erick R. Torrico Villanueva *

Aunque el sensacionalismo, como estilo de presentar los hechos, es casi tan antiguo como la misma imprenta de tipos móviles,1 lo cierto es que los estudios sobre el particular son hasta ahora bastante escasos en el plano internacional y mucho más en el caso de Bolivia.

No se tiene, por ejemplo, una suficiente claridad conceptual respecto de la naturaleza y características del periodismo sensacionalista ni se ha trabajado sistemáticamente en la descripción, análisis o comprensión de experiencias de ese tipo que se dan sobre todo en la prensa y en la televisión de la mayoría de los países. Casi no están examinados con precisión, en consecuencia, sus orígenes, sus aspectos formales y de contenido, sus presuntos efectos, las razones de su casi siempre exitosa (y polémica) aplicación, su ángulo comercial, la composición de sus públicos u otros factores afines.

En Latinoamérica, los trabajos académicos que abordan esta temática son más bien raros todavía, inclusive en naciones con una importante producción intelectual especializada como Brasil o México, donde no son hallables más que unas pocas investigaciones (véase Benetti y Cervantes, por ejemplo). En lo que concierne a Bolivia sólo se tiene identificada una tesis de licenciatura en Comunicación que se ocupa desde un punto de vista ético de un asunto próximo: la cobertura y el tratamiento noticiosos que recibió un período de "ola de suicidios" por la prensa de La Paz y Sucre.2

De todas maneras, esta última ausencia puede explicarse en parte por el hecho de que el sensacionalismo, pese a haber posibilitado algunas manifestaciones concretas en el país –como los de las revistas "Alarma", Sucesos" y "Casos del Metropolicial", los desaparecidos diarios "Meridiano" y "La Quinta" o los programas de radio y televisión "El Metropolicial" y "El Telepolicial", respectivamente- nunca, hasta 1999, terminó de prosperar y merecer una aceptación mayoritaria. Por ello, ahora, la situación parece haber cambiado y sin duda este asunto dará lugar –como ya lo ha estado haciendo- a múltiples reflexiones y, ojalá, a estudios sistemáticos también.

Unos pocos antecedentes

No obstante de que las manifestaciones de carácter sensacionalista presentes en los impresos de divulgación pública pueden ser remontadas aun al siglo XVI con las gacetas alemanas y francesas que incluían notas sobre crímenes, dramas familiares y chismes de la realeza, fue sólo en la segunda mitad del XIX que se las asumió en esa condición, es decir, como expresiones de una manera particular y deliberada de hacer periodismo. Esto ocurrió principalmente en Francia, Inglaterra, Alemania y en los Estados Unidos de Norteamérica.

En el caso estadounidense, que es el que mejor ilustra el desarrollo de esta forma periodística, la competencia por mantener y luego incrementar los niveles de venta de la prensa diaria llevó a que se apelara a la fórmula del escándalo, inclusive producto de la simple invención, para alcanzar tales propósitos.

Melvin De Fleur señala al respecto que "En tal contexto competitivo, los propietarios de los periódicos rivales más importantes se entregaron a una lucha despiadada por la conquista de nuevos lectores. En Nueva York, especialmente, William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer recurrieron a cualquier medio para lograr el aumento de sus cifras de circulación. De éstas dependían, como es lógico, los ingresos por publicidad y los beneficios. Ambos ensayaron diversos recursos, ardides, estilos, experimentos y formas de presentación para conseguir que sus periódicos resultaran más atractivos para sus lectores" (1976:40).

Es ya clásico el ejemplo, en ese contexto, de la distorsión con la que Hearst, que controlaba los diarios Examiner y Morning Journal, precipitó en 1898 la declaratoria de guerra a España por parte del gobierno estadounidense. En ese momento, Cuba había iniciado su guerra independentista contra España, y fue entonces –mas sin ninguna relación con el conflicto- que el acorazado "Maine" de la flota de Washington, debido a desperfectos, se hundió en la bahía de La Habana. Hearst envió al lugar a su dibujante Frederick Remington, quien una vez allí constató que no había nada extraño que reportar y que el hundimiento no era atribuible al enfrentamiento. El magnate de la prensa, sin embargo, le ordenó: "Usted mande sus dibujos, yo pondré la guerra". De este hecho, además, se derivaría a mediano plazo una prolongada intervención integral de los Estados Unidos de Norteamérica en la isla caribeña.

Ese tipo de práctica desinformadora se institucionalizó y no sólo fue empleada por las empresas periodísticas para asegurar sus intereses comerciales sino igualmente por los Estados, en especial en circunstancias de crisis políticas. Así, la agencia noticiosa internacional Associated Press inventó en 1944 un ataque nazi contra una flota mercante brasileña en el Océano Atlántico que impulsó al gobierno de Brasil a hacerse parte de las naciones aliadas contra Alemania y, poco después, tras la victoria de la revolución cubana en 1959, difundió en más de cuarenta oportunidades versiones falsas sobre una supuesta muerte del líder de ese movimiento, Fidel Castro.

Fue también en la década de 1950 cuando surgieron en Italia los paparazzi, fotógrafos inclementes –presentes hoy casi en todas partes- que se ocupan de obtener tomas comprometedoras de la privacidad de personajes públicos para venderlas a publicaciones sensacionalistas. Casi siempre lo hacen a escondidas, empleando teleobjetivos y en el marco de verdaderas operaciones de espionaje y persecución como la que en julio de 1996 le costó la vida a la princesa Diana de Inglaterra.

Actualmente, entonces, el modo sensacionalista es tanto algo que nutre publicaciones o programas especializados en lo que escandaliza en todas las regiones del mundo como un componente de la prensa y los noticiarios considerados "serios", que hacen sensacionalismo sin decirlo o, mejor, sin querer reconocerlo.

Pero, ¿qué es el sensacionalismo?

En la jerga técnica del periodismo se usa indistintamente los calificativos de sensacionalista o amarillista para los medios informativos que buscan alimentar a sus audiencias con contenidos que muestran, erigiéndolos en "noticias", comportamientos o sucesos anticonvencionales.3 Ello, como es obvio, despierta la curiosidad y aumenta las ventas (de ejemplares y/o espacios publicitarios) y los ingresos de los productores de tales materias informativas.

De todas formas, el adjetivo "amarillo", que es más ambiguo en su sentido, tiene dos explicaciones acerca de su origen y otras dos respecto de su alcance, a saber: 1) que en determinado momento el papel en que era impresa la prensa sensacionalista era de tono amarillento o cuando menos que sus titulares principales eran impresos en color amarillo, y 2) que una historieta incluida en uno de los primeros periódicos estadounidenses de esta clase se centraba en un personaje que era el "Yellow Kid", el "muchacho amarillo"; en torno a lo segundo se sostiene a) que es una denominación que no se corresponde directa y específicamente a la prensa sensacionalista sino a cualquier producto periodístico cuya posición política sea indefinida y oportunista, y b) que su desempeño implica necesariamente, como rasgo definitorio, la "invención de lo real" que se informa, lo que estaría reñido en esencia con la ética de la profesión periodística.4

Sin intentar dirimir estas cuestiones, lo que acá interesa es trazar un perfil conceptual y descriptivo del sensacionalismo como cultivador de la desvergüenza, el desenfreno o el drama humano que asombran.

José Martínez de Sousa dice que sensacionalismo es la "Tendencia de cierto tipo de periodismo a publicar noticias sensacionales" y explica que ella puede traducirse en una versión "de fondo", en que las materias presentadas "exploran las bajas pasiones y los intereses menos nobles del público", y otra "formal", que se funda en un manejo llamativo de los elementos exteriores deuna publicación (1981:473).

A su vez, el Departamento de Comunicación Social del Consejo Episcopal Latinoamericano señala que el sensacionalismo es un "Periodismo poco objetivo, que exagera con titulares, fotografías o textos las noticias de escándalos, sucesos sangrientos o morbosos y noticias de interés humano" (1988:168).

Y Pedroso señala lo siguiente: "El periodismo sensacionalista es una actividad de identificación y exacerbación del carácter singular de los acontecimientos a través del énfasis, incremento o sustracción de elementos lingüísticos, visuales (sonoros) e ideológicos, por medio de la repetición de temáticas que contienen conceptos y valores que se refieren a la violencia, la muerte y la desigualdad social" (1994:146).

En otras palabras, se puede afirmar que sensacionalismo es la modalidad periodística (y discursiva por tanto) que busca generar sensaciones –no raciocinios- con la información noticiosa, tomando en consideración que una sensación es una impresión que se produce en el ánimo de las personas al impactar sus sentidos y sistema nervioso con algún estímulo externo. Los fines de tal modalidad son económico-comerciales o económico-políticos.

El periodismo sensacionalista se expresa fundamentalmente en periódicos de formato tabloide hechos con un diseño muy atractivo que combina los titulares plenos (cubriendo la mayor parte de la primera página), las fotografías e ilustraciones sugerentes y el despliegue contrastante de colores, pero además con la presentación de relatos sobre personas, conductas o sucesos que suponen transgresiones de la ley (crímenes, robos, asaltos, etc.), de la moral aceptada (violaciones, corrupción, etc.) o de la normalidad esperada (accidentes, tragedias, etc.). Lo que varía en los espacios de radio o televisión sensacionalistas –y lógicamente por razones de la naturaleza de los medios empleados- es que los elementos gráficos estáticos son sustituidos por sus equivalentes sonoros o audiovisuales que incluyen todas las posibilidades y efectos que brindan los "lenguajes" de los medios electrónicos, así como están apoyados por la inmediatez o simultaneidad de las transmisiones, la narración desde el lugar de los hechos o los testimonios en la voz e imagen de los protagonistas.

La fórmula del éxito: violencia + sexo

Lo que está en la base del periodismo sensacionalista es la finalidad común del lucro; ella es la que determina todo su accionar y, por ello, resulta poco fructífero pretender agotar el examen del fenómeno desde una perspectiva moralizante. Además, si el sensacionalismo vende es precisamente porque muestra las contravenciones a la moral social, aparte de que él mismo se ofrece como una contravención al tiempo de ser visto como una posibilidad de obrar o pensar en oposición a lo socialmente establecido. Ahí radica su "encanto".

El "gancho" que utiliza no puede ser otro, en consecuencia, que tratar narrativamente aquello que mueva la curiosidad y las pasiones de sus destinatarios. ¿Y qué más podría ser esto sino la violencia, el sexo y la privacidad de los otros, sean esos otros famosos o no?

"El discurso sobre la violencia coincide así, pues, con el discurso sobre el sexo. Los dos se juntan en la prensa sensacionalista en torno a las tres ‘S’ (sexo, sangre, sensacionalismo), siendo la muerte el colmo de lo inefable, la tentación suprema de lo indecible" (Imbert, 1995:56).

En lo concreto, el "menú" sensacionalista comprende notas de crónica roja y develaciones de la intimidad ajena, adosadas con una profusión de fotografías o dibujos que exponen a los personajes o las escenas sangrientas o comprometidas de los hechos y con una pródiga exhibición de cuerpos femeninos semidesnudos (y a veces igualmente masculinos) en poses provocativas. A ello suelen sumarse notas del mundo de la farándula y el deporte aparte de pasatiempos.

El estilo sensacionalista

Un factor determinante del sensacionalismo está dado por su estilo narrativo, que implica tanto la selección de los hechos que después noticiabiliza como la construcción de los mensajes que ofrece a sus lectores, oyentes o telespectadores.

A diferencia del periodismo tradicional, que trabaja con temas generales, emplea un lenguaje sobrio y frío y trata de ceñirse a la descripción de los hechos o a la transcripción de los dichos, el sensacionalista se alimenta de asuntos próximos a la colectividad, extraídos de su cotidianidad y por tanto de mayor realismo; su lenguaje es coloquial y sencillo, a veces apela al "coba" (código del hampa), a formas expresivas de grupos poblacionales (como las bandas juveniles) o a ciertos tecnicismos policíacos. Trabaja así mismo con la ironía, el humor negro, los adjetivos prejuiciosos y con una presentación de los hechos y dichos que busca convertir al destinatario en un testigo imaginario, esto es, de transmitirle la vivencia de cómo se habría sentido si hubiese estado allí, viendo y/u oyendo lo narrado.

Por eso Imbert afirma que el sensacionalismo puede ser entendido como "visibilización excesiva de la realidad y dramatización del relato, es decir, exacerbación a la vez descriptiva y narrativa" (1995:54).

A su vez, Pedroso dice que "El tratamiento limitado al carácter singular de la realidad desemboca en un espacio discursivo que presenta acontecimientos aislados y abre oportunidades a la reificación de narrativas míticas y místicas acerca del destino del pueblo y del individuo" (1994:141).

Esa reconstrucción detallista, espectacular, novelesca y hasta de tinte cinematográfico hace que los contenidos de las notas sensacionalistas –de las "historias" independientes que cada una de éstas supone- envuelvan en su atmósfera a los lectores, radiooyentes o telespectadores, satisfagan las curiosidades de éstos y adquieran una actualidad duradera, que se explica porque a diferencia de los materiales del periodismo formal no pierden interés el mismo día de su publicación.

La valoración noticiosa en el sensacionalismo

Como ya fue dicho, el estilo sensacionalista conlleva un proceso (y un procedimiento) de selección de lo que se considera publicable. Esto significa que los periodistas, editores o jefes y el director de un diario o de un noticiario –de igual manera que en el periodismo "serio"- evalúan los hechos para establecer, en función de matrices de valoración que manejan las empresas informativas y hacen parte de la ideología profesional de los informadores, su potencial noticioso, su noticiabilidad.5

Aparte de los típicos parámetros de novedad, actualidad, cercanía, importancia general o sectorial, oportunidad, utilidad, conflicto o notoriedad, en el periodismo sensacionalista se explotan las categorías "interés humano" (léase dramatismo y dolor que promueven la identificación, la conmiseración) e "impacto" (aquello que provoca reacciones emocionales, lo más fuertes posible).

De la combinación de esos factores, que son aplicados a casos de asesinato, suicidio, asalto, violación, vandalismo, agresión, pelea, robo, uso de armas de fuego u otras, accidentes de cualquier tipo, muertes naturales de personas solitarias, hallazgo de cadáveres, secuestros, intentos frustrados de robo o asesinato, abusos de autoridad o romances escondidos o "ilegales", entre otros, el sensacionalismo logra el principal resultado esperado: la captación de grandes audiencias.

Los presuntos efectos

Si algo preocupa allí donde opera el sensacionalismo es la cuestión nunca resuelta del todo de sus presuntos efectos en el incremento de las tasas de violencia y criminalidad, en la incitación al sexo descontrolado o, en contraste, en su función educativa y ejemplarizadora (cuando muestra las consecuencias de las conductas no admitidas socialmente).

Esta problemática remite de modo necesario a las visiones teóricas que existen en torno a la influencia de los medios masivos en general, las que pueden ser sintetizadas en siete fundamentales: la de la "aguja hipodérmica", la de la influencia social, la difusionista, la de usos y gratificaciones, la del análisis del cultivo, la del establecimiento de agenda y la de las mediaciones.6

La larga discusión no siempre fundada en pruebas experimentales que cruzó gran parte del siglo que ya concluye se distinguió por una creciente relativización del supuesto poder omnímodo de los mass-media. Así, de la creencia inicial en que los medios "inyectaban" su influencia directamente a las mentes de los receptores se ha pasado, por un matizado proceso de reconocimiento de la complejidad de la exposición de los individuos o grupos a los medios y sus contenidos. De esa forma se fue transitando hasta el momento actual en que se piensa incluso en la dilución de los supuestos efectos de los mensajes masivos dado que éstos últimos no sólo que deben atravesar el dinámico tamiz de lo sociocultural sino que son normalmente resignificados por los receptores a la luz de sus circunstancias contextuales, sus experiencias y necesidades.

Planteado así el problema, y en la medida en que la evidencia empírica reunida es sumamente insuficiente, lo que aparece cada vez más pertinente es la consideración de que es indispensable examinar y comprender una verdadera trama de condiciones de diverso orden (sociales, psicológicas, culturales o tecnológicas, p. ej.) para recién emprender un estudio riguroso y fiable de los posibles efectos de la información masiva, y más aún de aquella caracterizada como sensacionalista.

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Fuentes consultadas:

BENETTI, Marcia (1994): "O discurso sedutor –a linguagem do jornal Notícias Populares", en Comunicaçao & Sociedade. Instituto Metodista de Ensino Superior. Sao Paulo. Núm. 22, pp. 85-102
BENITO, Ángel (Dir., 1991): Diccionario de Ciencias y Técnicas de la Comunicación. Edic. Paulinas. Madrid.
CERVANTES, Cecilia (1995): "Valores noticiosos en el periodismo televisivo de nota roja. Búsqueda articulada de indicadores empíricos", en Comunicación y Sociedad. Departamento de Estudios de la Comunicación Social. Universidad de Guadalajara. Guadalajara. Núms. 25-26, pp. 89-137
DE FLEUR, Melvin (1976): Teorías de la comunicación masiva. Paidós Edit. Buenos Aires.
EQUIPO DE REDACCIÓN PAL (1983): Diccionario de Psicología. Edic. Mensajero. Barcelona.
KRAUS, Sidney y DAVIS, Dennis (1991): Comunicación masiva. Sus efectos en el comportamiento político. Edit. Trillas, S.A. México.
IMBERT, Gérard (1995): "La prensa frente al desorden: representación de la violencia y violencia de la representación en los medios de comunicación", en Visiones de Mundo. La sociedad de la comunicación. Universidad de Lima. Lima. Pp. 53-68
LOZANO, José Carlos (1996): Teoría e investigación de la comunicación de masas. Alhambra Mexicana. México.
MARTÍNEZ DE SOUSA, José (1981): Diccionario General del Periodismo. Paraninfo, S.A. Madrid.
ORELLANA, Laura (1997): "Necrofilia visual: análisis de contenido y receptores de La Opinión de la Tarde", en Anuario de investigación de la comunicación. Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación. Guadalajara. Pp. 127-150
PEDROSO, Rosa Nívea (1994): "Elementos para una teoría del periodismo sensacionalista", en Comunicación y Sociedad. Universidad de Guadalajara. Guadalajara. Núm. 21. Agosto. pp. 139-157.

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Notas:

1 Fue aproximadamente a mediados del siglo XV que apareció este medio, base del periódico, y se sabe que ya en 1582 fue publicado en Francia un folleto en que se daba cuenta de la ejecución en Alemania de un tal Cristeman, quien estaba acusado de haber asesinado a 964 personas. Ese, sin duda, fue un informe precursor del sensacionalismo (Cfr. Benetti, 1994:94).
2defendido en la Universidad Católica Boliviana-La Paz en 1998. Se trata del trabajo de Willy Padilla Monterde
3 Pedroso (1994) prefiere emplear el adjetivo "populachero" para referirse a este tipo de periodismo.
4 En estos criterios normativos, de manera general, se incluyen el respeto a la verdad noticiosa, la obtención de informes por medios lícitos, la comprobación y contrastación de los datos, la preservación en secreto de las fuentes y de las confidencias, la no manipulación propagandística o publicitaria de la información, el respeto a la autoría ajena, la corrección de errores, la apertura a la réplica, la no discriminación de ningún informante y la honestidad intelectual del informador.
5 Cervantes define este concepto como "la medida de la probabilidad que acontecimientos o informaciones tienen de convertirse en noticia" (1995:95).
6 Respecto de estos enfoques se puede consultar De Fleur (1976), Kraus y Davis (1991) y Lozano (1996).


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* Erick R. Torrico Villanueva dirige la maestría en Comunicación y Desarrollo de la Unversidad Andina Simón Bolívar en La Paz, y presidente de la Asociación Boliviana de Investigadores de la Comunicación. Es colaborador de Sala de Prensa.

Unidades de periodismo de investigación:



Sandra Crucianelli *

Desde que comencé a viajar por América Latina, interesada en aprender más sobre periodismo de investigación, vengo oyendo que las unidades de periodismo investigativo son un fracaso.

Ya en Chile, en 1993, escuché a varios editores quejarse de lo que estas unidades representan para la sala de redacción: dos o tres reporteros que durante varias semanas se dedican solamente a redactar un reportaje, gastos operativos y de movilidad, y, muchas veces, jornadas intensas de búsqueda de información que a veces resultan inútiles porque a mitad de camino el equipo se da cuenta de que es imposible probar lo que se está investigando.
Para colmo, en el seno de las redacciones, los reporteros de la unidad muchas veces son vistos con recelo por el resto del grupo porque no están obligados a entregar material en forma diaria.

A esto se suman otros problemas: el difícil acceso a documentos oficiales en América Latina, la falta de estadísticas confiables, la inseguridad reinante en algunos países, las amenazas que sufren a diario los reporteros investigadores... En síntesis, un coctel fatal que ha significado el fin de las unidades investigativas en varios medios latinoamericanos.

Salvando barreras

Es poco lo que los periodistas podemos hacer para salvar los escollos relacionados con la problemática de cada país, y en especial los que tienen que ver con el acceso a la información. No queda otra opción más que insistir y mantenernos firmes en nuestra voluntad de continuar metiendo las narices en irregularidades y delitos.

Sin embargo, es mucho lo que podemos hacer a la hora de minimizar los problemas inherentes al funcionamiento de las unidades investigativas en el seno de la sala de redacción.

En cuanto a costos, no es necesario invertir grandes sumas para que las unidades funcionen. Si se define un campo de acción, por ejemplo el campo local, no hay necesidad de viajes ni gastos adicionales. Además, el teléfono, el fax, Internet y el correo electrónico ayudan a salvar las distancias.

Tampoco es indispensable asignar a un grupo de personas para llevar a cabo la investigación. Basta con un reportero investigador o un editor responsable, capaz de llevar a cabo la tarea. Obviamente, una sola persona es insuficiente para realizar el trabajo, que muchas veces es tedioso y toma tiempo (hay que revisar archivos, buscar e interpretar documentos, etc.). Por eso, siempre es bueno conseguir la ayuda de colaboradores gratuitos.

Cuando esbocé mi primer proyecto de unidad investigativa pensé mucho en cómo se debía integrar. En especial, me preocupaba lo que había oído acerca de los celos que las unidades generan en el resto de los integrantes de la sala de redacción. Ahora estoy convencida de que este tipo de problemas surgen como consecuencia de falta de liderazgo de muchos jefes de redacción.

En los últimos ocho años, gracias a la SIP y a CELAP, he asistido a muchos seminarios y no ha habido país en el que sus reporteros no hayan puesto el grito en el cielo por la falta de comprensión de sus jefes hacia la naturaleza del periodismo de investigación. Un buen jefe debe tener las condiciones necesarias para conseguir que cada reportero se sienta importante en lo suyo. Si ese jefe tiene don de mando y goza del respeto de sus colaboradores, el problema de los celos no debe existir. Pero lamentablemente existe, y eso nos da la pauta de que así como hay seminarios de entrenamiento para reporteros, también deberían dictarse seminarios similares dirigidos a los jefes de los reporteros.

La experiencia de Canal 7

Cuando ingresé al servicio informativo de Canal 7, como conductora, supe que no sería difícil manejar a un grupo de colaboradores para ejercer el periodismo investigativo. La receta era sencilla: tenía que hacerlo de la misma manera en que me hubiera gustado que me dirigieran a mí.
Mi propósito era formar una unidad investigativa , con miras a presentar su producto en un programa semanal, pero no tenía gente disponible para ello ni el dinero para contratar a nuevas personas.

La idea: Con el visto bueno de las autoridades del canal, conversé con las autoridades del Departamento de Ciencias de la Comunicación del Instituto Juan XXIIII, de donde todos los años se gradúan jóvenes profesionales ansiosos de ingresar a los medios de prensa. Básicamente apuntaba a unir a un grupo de jóvenes recién egresados o cursantes del último año de la carrera, dispuestos a formar una unidad investigativa. Los directores del departamento difundieron la intención entre alumnos y egresados. La idea corrió como pólvora. Se pensó en un sistema de pasantías, de un año de duración. Buscábamos un perfil definido de comunicadores: jóvenes decididos, con ansias de investigar, sin ataduras políticas ni económicas.

El grupo: Tomando en consideración los antecedentes de rendimiento académico, predisposición al trabajo y contracción al estudio, el departamento seleccionó a 11 jóvenes, la mayoría, cursantes del último año de la carrera. Después de entrevistarnos con cada uno de ellos, el grupo se redujo a diez estudiantes, pues uno de los jóvenes reconoció que no disponía del tiempo necesario para trabajar en la unidad.

La instrucción: A los integrantes de la incipiente unidad se les impartió un curso de instrucción básico sobre periodismo e investigación: definición, diferencias entre periodismo de investigación y periodismo en profundidad, metodología de la investigación, técnicas de la investigación social aplicadas a la investigación periodística y ética aplicada. El curso duró un mes.

La integración: Los diez jóvenes formaron cuatro equipos de trabajo. Dos integrados por tres personas cada uno, y los otros dos por dos personas cada uno.

Reporte: Como coordinadora del grupo, una vez al mes tenemos una reunión donde se asignan los temas. Algunos son de periodismo investigativo puro, otros son de periodismo en profundidad. Cada grupo tiene un mes de plazo para entregar su trabajo. Semanalmente, se reportan al canal para coordinar entrevistas, hacer llamadas telefónicas, pedir cámaras o para investigar en Internet.

Material: Los grupos entregan sus trabajos en carpetas: entrevistas periodísticas, materiales de archivos, documentos, etc. Utilizando esas carpetas se arman los guiones televisivos, que se utilizan en la posterior edición de "informes especiales".

Pasantía: La pasantía los habilita a participar de la unidad, durante un año. Al año siguiente sus miembros se renuevan y la historia vuelve a comenzar. Para facilitarles su trabajo periodístico, a los integrantes se les entrega un carné de identificación con el logotipo del canal. Se les provee de transporte y cámaras, y se les reembolsa cualquier gasto relacionado con esta actividad. Sin embargo, no reciben remuneración por su colaboración, que es considerada como un entrenamiento intensivo antes de su salida al mercado laboral. Al finalizar el año, el canal les extiende un certificado.

El resultado: La unidad comenzó a funcionar en marzo pasado. En estos seis meses, ha producido 25 informes especiales, con temas variados: funcionamiento irregular de agencias de seguridad, juego clandestino, condiciones de vida dentro de la cárcel local, evasión fiscal, aborto, denuncias de escuelas en riesgo edilicio, malversación de fondos públicos, etc. El grupo manifiesta estar adquiriendo experiencia valiosísima en el manejo de instituciones, acceso a fuentes y otros aspectos esenciales para el desarrollo no sólo del periodismo investigativo, sino del buen periodismo.

Para nosotros, por lo tanto, las unidades investigativas no son un fracaso.


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* Sandra Crucianelli es conductora del servicio informativo de Canal 7, de Bahía Blanca, Argentina; dirige la unidad investigativa del programa De qué se habla, y es instructora de periodismo investigativo de CELAP. Este texto fue publicado en Pulso del Periodismo y se reproduce con autorización de su editor.

martes, 17 de febrero de 2009

CUBRIMIENTO DE CONFLICTO

TINTA ROJA

PERIODISMO DE SUCESOS Y LA COMPASIÓN


POR: Vista Cansada

En un día vacío (uno más), una llamada al móvil me hizo dejar el manjar sobre la mesa para salir a la calle precipitadamente con un objetivo: conocer todos los detalles, con la mayor precisión posible, de una tragedia más. Se trataba de la caída de un niño pequeño, demasiado pequeño, desde una ventana de un patio del Generalife, situada a nada menos que diez metros de altura.


La voz sin matices que me anunció el hecho, y que me pidió información sobre él, no añadió más datos.Con mi luto habitual en la vestimenta, e intentando disimularlo en el semblante, cogí el armamento (un boli y una libreta que procuro no usar) para dirigirme a la fuente directa: los padres del niño.


La Policía me había contado algo, pero no lo suficiente. Nadie me aclaraba cómo había sido posible tal accidente, cómo había sucedido. Archivé en primer plano de la memoria uno de los pocos datos que manejaba: “Está muy grave”. Y me dirigí directamente al hospital. Eso debe hacer el periodista: ir a la fuente más directa para que la veracidad de la información sea óptima.


Eso hacen, o al menos lo procuran, los periodistas en las áreas sobre las que escriben. Pero: ¿Cómo se enfrenta una persona –con lo que esa palabra significa- a asaltar una familia en pleno dolor para pedirle “datos”? A eso nos enfrentamos los periodistas de sucesos.


Yo, al principio, no lo pensaba. Era una autómata lega en la materia que sólo pensaba en escribir una página correcta para mantener mi contrato. Ahora, tras casi ocho años enfrentándome al dolor ajeno, me afecta. Descubrí que algo se rompió por dentro el día que, en un asesinato demasiado humano, tuve que colocarme las gafas de sol para que mis compañeros no me viesen llorar ante la escena. ¿Soy mala periodista por ello?Con estas reflexiones llegué al hospital.


Eso sí, antes de entrar, tuve que marear mi neurona con mi droga personal. La tomé, en un lugar alejado de la puerta del hospital, y luego me dispuse a cruzar el semáforo que conduce a ese taller de seres humanos.


El triste pi pi pi pi pi pi que acompaña los pasos del muñequito que se pone en verde me trajo a un primer plano la escena de un niño de cuatro años envuelto en cables atado a una máquina que repite su letanía (pi pi pi pi), en una sala repleta de muerte. Y seguí adelante.


Tras varias gestiones inútiles, opté por esperar a que los padres llegaran a la puerta de la sala donde estaba el pequeño. Llegaron. Esa madre, con su ojera derecha inyectada en sangre que delataba el ‘shock’ sufrido, con sus manos inquietas aguantando los juguetes de su niño, moviéndose sobre sus pies por el nerviosismo.


Ese padre, esperando en la puerta para que le dejaran entrar a verlo, presente pero ausente. Ese hermano pequeño sin expresión en el rostro con sus pequeños ojos abiertos de par en par… ¡¿Qué hace un periodista en este maldito momento?!La madre accedió con media sonrisa a hablar con la intrusa (o sea, yo). Desplegó su simpatía para darme la única noticia que yo quería dar ese día: “el niño se recupera favorablemente, no tiene nada vital afectado”.


Entonces, supe que tenía algo más que la información que buscaba. Si un niño muere en ese accidente, mi noticia, por desgracia, adquiere más relevancia. Sin embargo, di gracias porque el golpe no lo matase.


Un cura que me dio la primera comunión, y que muchos años después me suspendió por “rebelde” la asignatura de ‘Religión’ en el Instituto, siempre decía: “Compadecer no significa sentir lástima del dolor ajeno. Es sentirlo como tuyo para padecerlo con el prójimo. Eso debemos hacer para ayudar”. Y en esa lucha estoy… Dejar de compadecer para no herirme y sobre todo para no dejar de llevar la contraria al cura.


Abandoné el hospital denominado ‘Traumatología’ (¡Cuántos traumas no habrán logrado esos médicos reparar nunca!) debatiéndome, como siempre, entre dos extremos. El médico, el científico, dijo que los niños tienen los huesos en formación (casi cartílagos) y por ello amortiguan mejor los golpes.


Su madre habló del milagro y de un ángel de la guarda que esperó desde el suelo su caída para hacérsela menos dura. En esta ocasión, y aun arriesgándome a dejar en mal lugar a mi agnosticismo, me quedé con el ángel.Cuando llegué a la redacción, en mi rostro sólo había señas de un enfado que, como siempre, sólo oculta mi maldita compasión. Al final, con tanta escena sobrecogedora olvidé obtener ‘un dato’. Alguien, como casi siempre, me recordó el fallo... ‘El dato’ lo obtuve, sí.


Soy una profesional. Para ofrecer una crónica completa, como casi nunca. Pero logré algo más. Esta vez pude escribir con la alegría del que no puede evitar compadecerse.


P.D.: Estas bambalinas son las que nadie (o casi) conoce cuando Mendoza cubre un suceso. Y sí, el post es demasiado largo... Pero ya tengo las cajas del QuarkXPress para coartar mi verbo.

Los retos del periodismo judicial

Lic. Javier Ronda Iglesia ©
Grupo de Investigación en Estructura, Historia y Contenidos de la Comunicación Periodista de Canal Sur Radio - Sevilla

El periodista se consolida como un nuevo habitante de la administración de justicia. Es habitual su presencia para cubrir las numerosas informaciones que genera el complejo mundo judicial. Señala el autor que la fiebre por esta información especializada sigue creciendo cada día, ya que interesa al público y a los medios de comunicación. Este auge por la información judicial o de tribunales exige una mayor preparación específica del profesional, que redundará en la mejora de la calidad y veracidad de este hacer periodístico. Por ello, en este artículo se facilitan una serie de usos y recomendaciones para desarrollar convenientemente el periodismo judicial.
Poco a poco los periodistas van asomándose cada día más al complejo mundo judicial con sus grandes juicios y escándalos donde se ven implicados desde personajes relevantes de la vida pública, hasta curiosas y anecdóticas historias de ciudadanos no conocidos que se convierten en noticia por su particular caso.
Hasta hace pocos años por los juzgados y audiencias sólo era normal ver a los magistrados y jueces, fiscales, abogados y funcionarios y a los ciudadanos que acudían para resolver sus diversos asuntos con la justicia. Sin embargo, el periodista se consolida ya como un nuevo habitante de la administración de justicia.
1. Introducción
A pesar de ser una de las instituciones o departamentos con más tradición en España, sus orígenes se sitúan al año 1714, la mayoría de los ciudadanos no tienen una idea clara de cuáles son las funciones y los cometidos del aparato judicial. En la opinión pública en la actualidad no está claro el esquema judicial, y a veces ni tan siquiera para los propios periodistas, sin embargo, la fiebre por esta información especializada sigue creciendo cada día para los medios de comunicación.
Desde hace una década la información judicial interesa bastante más al público y también a los mass media, por eso en los últimos años aparece un nuevo personaje por los pasillos de las administraciones de justicia: los periodistas. Entre el público durante una vista oral es normal ver a los diversos representantes de medios de información que acuden para seguir un juicio, interesarse por una sentencia o conocer datos de una investigación que esté realizando la policía judicial.
Cada día las empresas de comunicación y los periodistas demandan una mayor preparación específica de sus informadores judiciales sobre este complejo mundo. La buena formación de un periodista en materia judicial redundará para mejorar la calidad y la veracidad de las informaciones que elabore para su medio de comunicación y evitará grandes «errores» y «gazapos» jurídicos.
El auge por la información judicial o de tribunales se ve reflejada en la prensa diaria donde los periódicos tienen secciones y páginas específicas para incluir este tipo de noticias. Las emisoras de radio también dan bastante importancia a la información de tribunales como las agencias de noticias e incluso en la televisión en la actualidad existen diversas cadenas que han creado programas específicos basados en información de sucesos y de tribunales.
Es evidente, que a partir del año 1978 con la democracia, los medios de información españoles pueden empezar a realizar un seguimiento sobre la información de tribunales con absoluta libertad.Pero una vez más se plantea uno de los famosos debates periodísticos: la libertad de expresión (1) y del derecho al honor (2), con la administración de justicia como telón de fondo. Es difícil lograr un equilibrio entre los intereses de los órganos de justicia, el de los periodistas y de los propios ciudadanos que sean noticia. En ningún caso debe producirse una falta de respeto al principio democrático de protección de la vida privada pero no se debe olvidar el cometido de los medios: informar.
La Constitución recoge el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de los menores y la infancia, pero es conveniente una aplicación no rígida de estos límites a favor de la información para garantizar una opinión pública libremente informada y formada.Y aunque pueda ser una cuestión de autorregulación, existen límites que no recogen las leyes, como la obligación del periodista de tender a una información veraz y contrastada y de distinguir entre la información y la propaganda disfrazada de la que suelen abusar los poderes públicos.
2. Difusión y confusión de los precios judiciales
El periodista que no debe ser jurista ni letrado ante la información judicial se encuentra cada día en un mar de terminología específica y compleja. Para el informador judicial es una tarea difícil simplificar el lenguaje jurídico y convertirlo en lenguaje informativo cuando redacta la noticia para difundirla a la opinión pública y que ésta comprenda el mensaje.
El periodista debe reconocer para empezar entre los diferentes órganos judiciales, los unipersonales (los juzgados) y los colegiados (Tribunal Supremo, Audiencia Nacional, Tribunal Superior de Justicia, Audiencia Provincial), además de todo el gran aparato judicial que se relaciona con él. (Ver listado).
Hay que recordar también que las instituciones gubernamentales relacionadas son el Ministerio de Justicia y por transferencias la Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía.
Tribunal Constitucional
Consejo General del Poder Judicial
Defensor del Pueblo
Tribunal Supremo
Audiencia Nacional
Fiscalía General del Estado
Consejo General de la Abogacía
Consejo General de Procuradores
Consejo General del Notariado
Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles
Gerencias Territoriales del Ministerio de Justicia
Tribunal Superior de Justicia de Andalucía
Defensor del Pueblo Andaluz
Audiencias provinciales
Fiscalía Juzgados de instrucción
Juzgado de primera instancia
Juzgado de lo Social
Juez de paz (Pueblos)
Policía Judicial
Forenses
Instituto de Toxicología
Abogados
Procuradores
El informador debe saber diferenciar la categoría personal de un juez y su destino y conocer las fases de un proceso penal (diligencias previas, sumario, vista oral o juicio).
También conviene diferenciar entre un acusado, procesado, imputado y condenado. Contra la parte acusada se solicitan penas, pero eso no significa que sea una condena. Un sujeto es imputado cuando el juez le pone en conocimiento unos cargos contra él y le anuncia que se abre un proceso judicial contra él. A diferencia del imputado policial (denunciado), al que se le atribuyen unos hechos delictivos. La figura del procesado sólo cabe en un sumario ordinario y el condenado es una persona sobre el que recae una pena impuesta en una sentencia firme. Sobre las empresas recaen responsabilidades.
El periodista debe conocer las distintas jurisdicciones (civil, penal, contenciosa, laboral) (3).
El respeto a la presunción de inocencia nunca se debe perder por el periodista cuando se publique alguna información para evitar condenar a las personas (4) de forma injusta.
En algunas ocasiones se puede atentar contra el derecho de la presunción de inocencia por parte del informador. A toda costa la presunción de inocencia debe persistir hasta que se haya producido una sentencia condenatoria firme. De esta manera se evitará condenar o juzgar de una forma anticipada.
También en los últimos años han destacado las famosas campañas de prensa que atacan a las vidas particulares de las personas consiguiendo su desprestigio.Las campañas en algunos casos intentan proclamar las diferencias de actuación, aunque legalmente se debe actuar de forma idéntica sobre todos los ciudadanos.
Otro aspecto destacado es el valor probatorio. Mientras las pruebas de una investigación judicial han de reunir las garantías constitucionales previstas, en los medios de información algunas veces se suelen presentar de forma habitual sin exponer las fuentes.
Tampoco se debe olvidar el secreto de la investigación, aunque se puedan producir filtraciones sobre ella, deben ser siempre objetivas y nunca interesadas.Una de las claves que debe conocer el periodista es cómo se inicia un procedimiento penal: por denuncia de un particular, de oficio, por noticia, teléfono... y lo que es sobre todo más interesante desde la perspectiva informativa: la investigación. Los medios de investigación son diversos y van desde los policiales, hasta los jurisdiccionales y los parlamentarios. Las declaraciones se pueden realizar como inculpado o como testigo. Es importante recordar que los menores de edad nunca declaran, a los menores se les «explora».
Por lo tanto la investigación judicial debe reunir unos requisitos y unas garantías constitucionales, que se hacen valer ante el Tribunal Supremo como en el Tribunal Constitucional.
La sentencia es uno de los mayores atractivos para el periodista judicial. No se debe olvidar que no sólo hay que informar del fallo sino que hay que profundizar en el contenido para realizar una información más completa. Se debe contar a qué se debe el fallo, los pasos que se han seguido con sus fundamentos y la justificación que argumente el tribunal.
Existen cuatro principios que deben imperar en el juicio oral o proceso penal.
La publicidad (5) (debe ser público, exceptuando algunos casos menores) (6). De todas formas ante esta situación los magistrados o jueces y el poder judicial intentarán saber las necesidades informativas de los medios de comunicación (7). La oralidad, como principio del procedimiento. El principio de contradicción (igualdad de partes) donde acusación y defensa están en el mismo plano con la intermediación del juez. Y como principio de valoración de la prueba está el in dubio pro reo (ante la duda, se busca siempre lo más favorable para el sujeto). Una de las máximas judiciales más extendidas y repetidas es la que mantienen que es mejor 100 culpables libres de la cárcel que un inocente en prisión.
3. La pena, condena y procedimientos
Las Fuerzas de Seguridad del Estado como la Policía o la Guardia Civil o Hacienda o las jefaturas de tráfico ponen sanciones que algunas veces deben refrendar los representantes gubernativos. Sin embargo los tribunales de justicia dictan sentencias, donde se debe tener en cuenta que no se condena a miles o cientos de años, en teoría no se deben sumar las penas, porque el propio Código Penal no lo permite ya que existen límites de 20 años cárcel o el triple de la condena más grave.
El delito de la falta se diferencia en la pena. Las penas se dividen en tres clases, en función de naturaleza y duración (8).
- Algunas penas leves son: los arrestos de fines de semana (de uno seis días), la multa de cinco días a dos meses, los trabajos en beneficio de la comunidad de 16 a 96 horas, la privación del derecho de conducir vehículos a motor y ciclomotores de tres meses a un año.
- Algunas penas menos graves son: la prisión de 6 meses a 3 años, las inhabilitaciones especiales hasta 3 años, la suspensión de empleo o cargo público hasta 3 años, la multa de dos meses, el arresto de 7 a 24 fines de semana.
- Algunas penas graves: la prisión superior a tres años, la inhabilitación absoluta, la privación del derecho a residir en determinados lugares o acudir a ellos por tiempo superior a tres años.
Es importante considerar la expresión y «un día», puesto que el día supone el cambio de pena.
Las medidas cautelares que no son penas, tienen como objetivo conseguir que una persona continúe a disposición del tribunal. Las medidas pueden ser personales, que son las que buscan que una persona acuda a una citación, y las reales que son las destinadas a cubrir una responsabilidad civil.
El periodista debe considerar los posibles recursos antes de que una sentencia sea firme (9). Hay recursos ordinarios que pueden alegar los motivos que se quiera y recursos extraordinarios que alegan motivos basados en la ley específica.El tribunal sentenciador o el juzgado correspondiente, son los que inician la orden de cumplimiento de la condena. Mientras, es el juez de vigilancia penitenciaria, una vez que existe una condena en firme, el que se encarga del control y aprobación que marca la ley además de aplicar los posibles beneficios penitenciarios al recluso.
Existen procesamientos penales especiales que son contra aforados, los diputados y senadores, en período parlamentario, también con los niños que son imputables y con las bandas armadas a cuyos presuntos integrantes se les aplica la incomunicación.
4. El secreto de sumario
Los periodistas nos encontramos ante el gran muro legal que establece la ley para garantizar una instrucción correcta sin interferencias o perturbaciones ajenas y mucho menos filtraciones informativas.
No es extraño que en alguna ocasión hayan coincidido las investigaciones judiciales y también las periodísticas. Se convierten en un enorme problema para el informador cuando se abusa del secreto del sumario por parte de los jueces o magistrados, pero es cierto que es necesario porque favorece la eficacia de la actividad procesal en muchos casos.
Algún medio de comunicación podría culpar antes de probar y hay que tener una certeza aunque dependerá también de la responsabilidad y profesionalidad del periodista.
El periodista debe guiarse por el buen profesional y plantearse los posibles daños contra terceras personas o una investigación judicial. Por lo tanto, los periodistas deben admitir y no vulnerar el secreto del sumario para no influir en la labor procesal, y de esta manera no dañará a los imputados o a la investigación judicial, aunque el informador podrá buscar un punto intermedio y hacer gala de su responsabilidad a la hora de realizar su trabajo.
5. Los juicios paralelos
En los últimos años sobre todo en la prensa han aparecido los denominados juicios paralelos. Si les preguntásemos a algunos periodistas nos dirían que no existen, que es información y que no se está juzgando a nadie, sino informando. La respuesta sería radicalmente opuesta si se plante a un juez o magistrado, fiscal o abogado. Sin embargo un juicio paralelo se produce cuando un delito es juzgado a la vez, de forma simultánea, por un tribunal de justicia y por algún medio de comunicación.
Estos dobles enjuiciamientos tienen el peligro de influir en el proceso judicial del acto de la vista oral, el más importante, y afectar directamente o indirectamente a la independencia de los jueces no sólo en el transcurso del juicio sino lo que sería más grave: cuando dictara la sentencia.
Los periodistas deben administrar el derecho de la información de todos los ciudadanos como una de las primeras premisas. Los últimos grandes juicios y procesos, Alcácer, GAL, RUMASA, Anabel Segura, Arny, Mario Conde, etc. despertaron la fiebre televisiva nocturna por seguir de una forma diaria estas informaciones con los protagonistas en directo.
Por mi experiencia profesional en algunos de estos juicios es cierto que estos casos se convirtieron en un gran espectáculo informativo sobre todo para algunos canales de televisión, aunque como no es la generalidad de la profesión, la mayoría de los periodistas que hacían la información sobre estos juicios hacían su trabajo de forma excelente y profesional. Sólo eran algunos intereses televisivos los que movían a crear los denominados «juicios paralelos». Casi todos los periodistas de radio, prensa, televisión y agencias de noticias ofrecían informaciones de bastante calidad y no creaban este nuevo fenómeno comunicativo atribuido sobre todo al gran espectáculo de la gran pantalla.
6. Querer y no poder informar
La tarea diaria para obtener información es difícil pero aumenta sin duda cuando se trata de informar sobre asuntos judiciales. Un acuerdo de la sala de gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía de 1996, impide en la actualidad la entrada de los medios de información no sólo en los juicios sino en los edificios judiciales como las audiencias o juzgados (10).
La decisión de que los medios de información puedan entrar con sus herramientas de trabajo (cámaras, grabadoras) en una sala en un juicio público corresponde a la decisión del juez o magistrado que dirija el juicio. Los periodistas en la actualidad si no son autorizados entrarán como la antigua usanza con papel y lápiz, limitando su trabajo que está condicionado a unos medios y soportes audiovisuales.
La situación en la actualidad no es óptima, pero se pretende normalizar. Además está previsto que para facilitar la labor informativa en las audiencias provinciales se creen gabinetes de prensa para facilitar información a los diferentes medios.
Bibliografía
- Constitución Española de 1978, Ministerio del Interior, Madrid, 1983.- Código Penal (Ley Orgánica 10/1995 de 23 de noviembre), Biblioteca de Legislación Serie Menor, Edit. Cívitas Madrid, 1995.- Auto motivado del caso Arny, Audiencia de Sevilla, Sección 3ª, 1997.- Sentencias de diferentes juicios entre ellos: Caso Arny, duque de Feria, Puerto Urraco, Alcácer, y Anabel Segura.- Guía de atención al ciudadano, Ministerio de Justicia, Imprenta del Boletín Oficial del Estado, Madrid, 1997.- Reglas sobre el acceso de los medios de comunicación social a las sedes judiciales, Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Granada, 1996.- Suplemento DOCUMENTOS, «El periodista ante la información sobre la justicia», Sevilla, Seminario Permanente para profesionales de la información, Asociación para el Progreso de la Comunicación, Asociación de la Prensa de Sevilla, Sevilla, octubre 1997.
Notas
(1) CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA de 1978, Artículo 20.1 «Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas, y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades. Artículo 20.2 El ejercicio de estos derechos no pueden restringirse mediante ningún tipo de censura previa».
(2) CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA de 1978, Artículo 18.1 «Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen».
(3) Algunos estamentos judiciales: Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo (salas), Audiencia Nacional, Audiencia Provincial (secciones), Tribunal de Justicia de Andalucía (sala de lo contencioso, secciones, sala de lo social), juzgado de vigilancia penitenciaria, juzgado de guardia (incidencias), juzgados de guardia (detenidos), juzgados de instrucción, juzgados de lo penal, juzgados de lo social y juzgados de menores.
(4 ) En un proceso judicial, el ministerio público acusa mediante la fiscalía o bien si existe una acusación particular o popular. Ejemplo: «el ex juez de menores de Sevilla está acusado por el fiscal de un delito de corrupción de menores». Después en la sentencia resultó absuelto. Sólo debía acusarle el fiscal y no el periodista.
(5) Artículo 120.1 Las actuaciones judiciales será públicas, con las excepciones que prevea las leyes de procedimiento. 120.2 El procedimiento será predominantemente oral, sobre todo en material criminal. 120.3 Las sentencias serán siempre motivadas y se pronunciarán en audiencia pública. Título VI Del Poder Judicial de la Constitución Española.
(6) Auto de la Sección 3ª de la Audiencia Provincial de Sevilla sobre el juicio oral del denominado Caso Arny, de 19 de septiembre de 1997. «El Tribunal ante el que se va a substanciar el mencionado proceso ha decidido mediante auto motivado, celebrarlo a puerta cerrada, de acuerdo con las facultades que le otorgan los artículos 680 de la Ley Enjuiciamiento Criminal, 232.2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y 120.1 de la Constitución Española. Esta decisión no es susceptible de recursos alguno y por ello debe ser acatada por todos en cumplimiento del mandato de la C.E. art. 118.
(7) Auto de la Sección 3ª de la Audiencia Provincial de Sevilla sobre el juicio oral del denominado Caso Arny, de 19 de septiembre de 1997 ante esta situación se propone conjugar el respeto a esa decisión con los derechos de los ciudadanos y de los medios de comunicación también constitucionalmente reconocidos, a la libertad de comunicar o recibir información veraz por cualquier medio de difusión, artículo 20.1 d) y 4 de la Constitución Española.
(8) Artículo 33.1 del Código Penal (Ley Orgánica 10/1995 de 23 de noviembre).Algunas penas menos graves son: la prisión de 6 meses a 3 años, las inhabilitaciones especiales hasta 3 años, la suspensión de empleo o cargo público hasta 3 años, la multa de dos meses, el arresto de 7 a 24 fines de semana.
(9) Contra una sentencia de una audiencia provincial se podrá poner en recurso de casación ante el Tribunal Supremo.
(10) Reglas sobre el acceso de los medios de comunicación social a las sedes judiciales (en Andalucía). El acceso de los medios de comunicación a las sedes de los órganos judiciales se somete a las siguientes reglas:
1.- No se permitirá la introducción y utilización de cámaras de televisión, de vídeo, fotográficas o cualquier otro instrumento de reproducción o transmisión de la voz o la imagen, en las sedes judiciales: con las siguientes excepciones:
a) Previa autorización expresa, se podrá permitir los medios técnicos para actos gubernativos solemnes
b) En el caso de que el ministerio fiscal esté ubicado en las sedes judiciales, se estará a las instrucciones dadas a este respecto a sus dependencias en orden a su tarea de informar.
c) Para el ordenado desarrollo de su función, los profesionales de la información acreditarán su condición de tales ante los servicios de seguridad de las distintas sedes judiciales, que, en tal caso, les entregarán credencial acreditativa de su profesión.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:Ronda Iglesia, Javier (1999): Los retos del periodismo judicial. Revista Latina de Comunicación Social, 15. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999c/116ronda.htm

La especialización del periodismo judicial



Para la profesión periodística en los últimos años han imperado y se han desarrollado algunas secciones del periodismo especializado dentro de la comunicación como el denominado periodismo rosa, o antes incluso el periodismo reality-show, que ha decaído en los últimos años. Frente a este panorama existe el periodismo judicial, que es básico en cualquier medio de comunicación y no es lógico que no se haya promocionado ni destacado más. Siempre se ha vinculado esta especialidad al periodismo de sucesos y al de investigación y se encuentra a veces incluso relegado, pero tiene identidad propia.


Hasta en el propio seno universitario dentro de las facultades de periodismo, no se contempla esta importante especialización, como otras por ejemplo: el deportivo, el político o el cultural. Los futuros estudiantes de periodismo no tienen ninguna asignatura en su formación académica específica sobre este importante pilar de la comunicación. Hay algunos proyectos en algunas facultades de periodismo y son muy pocas las que contemplan esta asignatura. Sólo en ciertas facultades de periodismo se estudian ciertas nociones básicas sobre periodismo judicial, en algunos casos deben ser insuficientes por los errores que cometemos los periodistas en las noticias judiciales, que después se aprenden con la práctica. Se estudia esta importante disciplina dentro del periodismo de sucesos o incluso político. Es un auténtico cajón de sastre, sin contenidos propios, ni constituye una asignatura específica como debía ser, con su propia programación y temario que lo tiene sin duda.

Un ejemplo ilustrativo de la importancia del periodismo judicial en cualquier redacción de cualquier medio de comunicación del mundo, da igual que sea radio, prensa, televisión o agencia de noticias, sería el siguiente:
Un juicio de un criminal lo cubre el de sucesos, o el de tribunales, por norma periodística. Pero si un jugador de un equipo famoso está acusado de una agresión sexual, ¿quien cubrirá el juicio: el de deportes o el de tribunales? Irá el de tribunales. Si un conocido político pasa por el banquillo acusado de malversación de caudales públicos, ¿quién irá a la vista oral el de política o el de tribunales?: irá el de judicial. Si un conocido cantante es juzgado por conducir borracho, ¿irá el periodista de cultura o espectáculos o el de tribunales? Irá el de tribunales.

Si un banquero pasa por el banquillo, los de economía podrán ir al juicio, pero también irá el de tribunales. El torero acusado de pegarle un tortazo a un espectador y que será juzgado por lesiones. Irá al juicio el de tribunales, o el que cubre la crónica taurina. Se podría poner un ejemplo de sección por sección de un medio de este tipo.

Sólo el periodista de sucesos está familiarizado con el periodismo de tribunales, probablemente en muchos casos sea el mismo redactor. El suceso, acaba casi siempre o a veces en los tribunales de justicia.

Como en otras actividades, en el periodismo el desarrollo conduce a cierta especialización. El periodista clásico capaz de cubrir tanto una crónica de política municipal, como una rueda de prensa del sindicalista de turno, ha sido progresivamente sustituido por el periodista especializado.

El aumento del nivel cultural medio de la población producido en la segunda mitad del siglo ha hecho al público en general que cada vez sea más exigente. En el mercado de los medios de comunicación, la calidad se ha convertido en factor determinante.
Los colectivos aludidos y las personas afectadas por la noticia son más sensibles cada día y traducen la inexactitud de lo contado en una lesión a bienes como el honor o el prestigio profesional fundamento de indemnizaciones millonarias. Se ponen en marcha entonces acciones judiciales y peticiones de rectificación.

El resultado es la exigencia de que el periodista sea conocedor o incluso experto de la materia tratada. Parecería que para realizar la crónica de la inauguración de un puente fuera necesario tener nociones de ingeniería o que para poder informar sobre la enfermedad de un personaje público se exigiera un curso acelerado de medicina. Es una realidad que la mayor trascendencia de lo publicado en cualquier ámbito de la vida social genera la necesidad de mayor precisión y profesionalidad en el informador.

En el mundo informativo de los tribunales de justicia, a las razones expuestas y de validez general deben añadirse otras.
En primer lugar, la naturaleza social del derecho como rama del saber humano. En derecho, a pesar de sus tecnicismos y sus obscuridades, se ocupa de solucionar conflictos entre individuos o colectividades. Por eso, tanto las normas jurídicas, dictadas para que sean cumplidas por todos, como la actividad de los tribunales que las aplican, deben ser comprendidas por sus destinatarios. En otro caso fallarían los fundamentos básicos. Recordemos que en nuestro país, cualquier ciudadano puede convertirse incluso en juez de otro conciudadano mediante el sistema del tribunal del jurado. El periodista debe poner en comunicación al paisano y al jurista, obligados a entenderse.

En segundo lugar, la especialización es más acuciante en el campo del periodismo de tribunales por la mayor democratización de la sociedad, aumenta su participación en el ejercicio y control de los poderes públicos, entre los que se encuentran el Poder Judicial.
En tercer lugar porque, sobre todo en el ámbito penal, la noticia judicial suscita una gran atención de la población, cualitativamente mayor que en otros campos.

Y finalmente, el rigor informativo se hace necesario en el ámbito de los tribunales, por los errores que pueden generar, daños muy superiores a los que se producen en otras esferas. Sin duda, confundir en una noticia la denominación del material con el que se ha fabricado un puente puede molestar al ingeniero encargado de la obra y poco más. Pero, el perjuicio personal es mucho mayor si por error se atribuye a alguien la comisión de un hecho delictivo o se le implica en un acontecimiento deleznable y se da como noticia por la radio, prensa y televisión. Puede asegurarse que en el ámbito de los tribunales, el periodista trabaja con material sensible, lo que hace más necesario y exigible el rigor, la exactitud y la profesionalidad.

La especialidad del periodismo de tribunales ha tenido un interés creciente en los últimos tiempos no sólo en nuestro país, sino en la mayoría del entorno cultural que nos rodea.
El desarrollo de los estados democráticos ha dado lugar a una potenciación de la función atribuida a los tribunales de justicia, por el que últimamente desfilan miembros de las finanzas, personalidades políticas o dignatarios internacionales. De esta forma, el interés que despierta el delito se incrementa por la popularidad de los implicados. La sección de tribunales, habitualmente cercana a la página de sucesos, tiene derivaciones, cada día más frecuentes en otras secciones como nacional, política, sociedad o incluso deportes, como ya se ha contado.

El Periodismo de tribunales o periodismo judicial se puede considerar la misma acepción y empieza a tener auge en España con la democracia y la Constitución del 78. La posibilidad de seguir los juicios y los procesos judiciales hace que todos los medios de comunicación se interesen por los diferentes procesos y por las noticias que emanan desde los juzgados o las audiencias provinciales, tribunales superiores de justicia de cada comunidad autónoma, Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional.

Los periodistas siguen desde una denuncia hasta una sentencia, un auto de prisión, la declaración de un testigo o el veredicto de un tribunal del jurado.
Es el concepto más genérico, definido como aquella especialidad informativa que se ocupa de transmitir a la opinión pública el desarrollo y contenido de las actuaciones más relevantes socialmente de los órganos de la administración de justicia. Incluso desde el punto de vista jurisprudencial se ha dado carta de naturaleza a este concepto. Una sentencia del Tribunal Supremo del 98 advierte que la información que fue publicada en la sección dedicada a la información de tribunales, atribuyendo a ésto una consecuencia jurídica concreta: "Su difusión estaba dentro del marco protector del principio proclamado en el artículo 120.1 de la Constitución sobre la publicidad de las actuaciones judiciales".

También es periodismo judicial aquel sector informativo, si se refiere al proceso penal, que incluye noticias relacionadas con hechos delictivos denunciados en los tribunales de justicia. A partir de ahí abarca todas las actuaciones que pueden acabar en un juicio con su sentencia correspondiente de inocencia o culpabilidad. La información judicial aglutina campos diversos. Puede hacer referencia a noticias relacionadas con el narcotráfico, ecologismo, contrabando, corrupción, prevaricación, sectas, terrorismo, economía, espionaje, ejército, estafa, ámbito político, y evidentemente el ámbito social con las habituales informaciones que hacen referencia a violadores, ladrones, estafadores, atracadores, asesinos, etc.

La función informativa pasa a ser de opinión sobre el proceso judicial que crea en el público una incidencia en la sociedad, sobre todo por el hecho delictivo y el comportamiento antisocial, cívico y moral del acusado. Aquí se fractura el equilibrio entre la justicia y los medios de comunicación y se entra en el campo de la interpretación aunque el periodista debería evitar expresiones como "injusticia, sentencia politizada, las leyes para los delincuentes", etc.

Hay que tener en cuenta en los procesos penales la alarma social, pero también la poca o escasa claridad en la motivación de una sentencia no comprendida por la sociedad.
Igualmente ocurre si un actor o una conocida estrella de la opera vive momentos de crisis matrimonial o pasa por situaciones que le obligan a realizar comparecencias en tribunales de justicia. Incluso, si el caso judicial trasciende a la esfera de lo estrictamente político, depende de sus protagonistas, es posible que sea materia de primera página, la decisión del juez de encarcelar o dejar en libertad a quien es figura relevante para un grupo político o sindical. La ubicación en estos casos no modifica su naturaleza ni debe confundir sobre su categoría periodística.

Por lo tanto, la información judicial puede estar conectada a la crónica social, política, económica, cultural o deportiva, dependerá de la trascendencia en cada uno de esos ámbitos de las decisiones de los tribunales de justicia.

Del concepto más genérico definido como periodismo de tribunales, pueden distinguirse, categorías cercanas que en ocasiones incluso se mezclan o se confunden, como el periodismo de sucesos, el periodismo de investigación y finalmente el que puede denominarse: periodismo de los tribunales.

El periodista además se enfrenta a los famosos delitos por injurias, querellas, chantaje, omisión del deber de socorro o incluso el delito, encubrimiento y revelación de secretos.
Y puestos a buscar en el Código Penal español por discriminación (Art. 510.2 C.P.) se sanciona "a los que con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, difundieren informaciones injuriosas sobre grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía. Se sanciona así la discriminación de colectivos marginales o minorías dentro de la sociedad, a través de publicaciones".
La apología (Art. 18 C.P.) el fenómeno que se ha denominado "la fascinación de lo criminal", puede conducir al periodista a realizar un relato tal del hecho criminal que termine por convertirse en una alabanza. Se castiga también penalmente la incitación desde los medios de comunicación de un delito.
Con las limitaciones de acceso, permisos y autorizaciones pertinentes para ejercer le periodismo judicial, la información judicial está condenada a veces sólo para la prensa y las agencias de informativas si no cambia la situación. A pesar de ello, el famoso artículo 120 de la Constitución española habla de que las actuaciones judiciales serán públicas y se pronunciarán en audiencia pública.
Esta especialidad periodística donde las fuentes informativas se han reducido a los abogados, algunas víctimas y algunos fiscales que cumpliendo con su estatuto informan muchas veces de su escrito de acusación como representantes del ministerio público.
Por último, los magistrados, jueces, fiscales, secretarios, agentes judiciales, oficiales, forenses, peritos y abogados constituyen la gran familia judicial. Los periodistas no deben ser un postizo ni agregado en el sistema judicial en un estado moderno y democrático. Contra mayor sea el acercamiento del profesional de la información judicial al mundo de los tribunales, mejor será conocido el sistema judicial entre los ciudadanos, garantizando así una mayor difusión de la imagen de la justicia entre la opinión pública, ya que los medios de comunicación tienen una clara misión de servicio público y divulgación de los acontecimientos.
* Para ayudar en esta práctica periodística se ha editado el primer 'Manual de Periodismo Judicial en España'. Lo han realizado el periodista de Canal Sur Radio en Sevilla Javier Ronda y el fiscal de la Audiencia Provincial José María Calero. Una obra con cerca de 300 páginas donde se recoge un fácil y ameno glosario jurídico, las fuentes informativas, cuadros de delitos y condenas, documentos judiciales. Es una obra de la Colección Ámbitos para la Comunicación, del Grupo de Investigación en Estructura, Historia y Contenidos de la Comunicación del Departamento de Periodismo de la Universidad de Sevilla.
La publicación se encuentra ya como libro básico en numerosas universidades españolas y cuenta con un sitioweb que tiene numerosas visitas de España y Latinoamérica. Los autores ya preparan una segunda edición corregida y aumentada para 2001. Los interesados pueden contactar con los autores mediante la siguiente dirección: http://www.inicia.es/de/manualperiodismojudicial
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:Ronda Iglesias, Javier (2001): La especialización del periodismo judicial. Revista Latina de Comunicación Social, 39. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/2001/latina39mar/116ronda.htm

SER PERIODISTA




Por Vladimir Flórez, VLADDO
Tomado de El Nuevo Siglo



SER periodista no es tan atractivo cuando uno se pone a ver losriesgos a los que se someten los reporteros por ponerse a destaparollas podridas, denunciar los atropellos de las autoridades, confrontar a los violentos, informar sobre las actividades non sanctas de tantos personajes públicos, criticar al gobierno o simplemente opinar sobre la compleja realidad nacional.

Ser periodista pierde algo de encanto cuando uno ve que más del 85 porciento de los casos de periodistas asesinados en los últimos 13 años en Colombia sigue en la impunidad, pese a los golpes de pecho que suelen darse las autoridades judiciales año tras año, cada vez que se divulgan estas escandalosas cifras.

Ser periodista no resulta muy llamativo si la ilusión de trabajar en el periódico más grande del país termina convertida en una decepción, al descubrir que allá creen que le pagan a uno la mitad del salario en prestigio y la otra mitad en dinero; como si uno fuera a Carulla y, al decir que trabaja en ese diario oficial, le llenaran gratis el carrito del mercado.

Ser periodista es sentirse traicionado cuando uno le oye decir a Enrique Santos, en plena asamblea de la Sociedad Interamericana dePrensa (SIP), que Álvaro Uribe ha sido un garante de la libertad de expresión y que “no ha tenido un solo acto que pueda considerarse como un atentado contra la libertad de prensa y de expresión”, olvidando sus ubérrimas arremetidas contra ilustres colegas colombianos y extranjeros que se han atrevido a cuestionarlo y de las cuales han sido víctimas, entre otros, Joseph Contreras (Newsweek), Alejandro Santos (Semana), Patricia Janiot (CNN), Gonzalo Guillén (El NuevoHerald), Juan Carlos Iragorri (RCN) y más recientemente Daniel Coronell, el insolente director de Noticias Uno. (Y pensar que ese mismo Enrique será el próximo presidente de la SIP)...

Ser periodista es sentir vergüenza ajena cuando una columnista como María Isabel Rueda pretende descalificar a The New York Times por sugerirle a Uribe que no se vuelva a lanzar. ¿Se imaginan las graves repercusiones que debió tener ese artículo?

Es presumible que desde el pasado domingo la circulación del periódico más influyente de Estados Unidos se haya ido a pique; que la publicidad haya disminuido verticalmente; que sus directivas estén con los pelos de punta y sin poder dormir; y que hayan despedido a la mitad de integrantes del consejo editorial, por irresponsables.

Supongo que ese diario no atravesaba una crisis así desde octubre de 2007, cuando Paola Ochoa(la fugaz consejera de prensa de la embajada colombiana en Washington), en protesta por un editorial sobre el TLC, mandó una carta acusando al Times de “cínico, inhumano, hipócrita, irresponsable e insensible”.

Ser periodista es indignante cuando los colegas acreditados en la Presidencia son sometidos a todo tipo de vejámenes por los encargadosde la seguridad democrática del mandamás de la ‘Casa de Nari’. Ser periodista en Colombia, retomando la frase de Borges en su cuento Ulrika, “es un acto de fe”.

Bienvenidos

A partir de este momento ponemos en marcha una nueva herramienta para compartir en algunos temas fuera de la formalidad del aula o los medios.
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Alexánder Marín

Noticias Judiciales