martes, 17 de febrero de 2009

SER PERIODISTA




Por Vladimir Flórez, VLADDO
Tomado de El Nuevo Siglo



SER periodista no es tan atractivo cuando uno se pone a ver losriesgos a los que se someten los reporteros por ponerse a destaparollas podridas, denunciar los atropellos de las autoridades, confrontar a los violentos, informar sobre las actividades non sanctas de tantos personajes públicos, criticar al gobierno o simplemente opinar sobre la compleja realidad nacional.

Ser periodista pierde algo de encanto cuando uno ve que más del 85 porciento de los casos de periodistas asesinados en los últimos 13 años en Colombia sigue en la impunidad, pese a los golpes de pecho que suelen darse las autoridades judiciales año tras año, cada vez que se divulgan estas escandalosas cifras.

Ser periodista no resulta muy llamativo si la ilusión de trabajar en el periódico más grande del país termina convertida en una decepción, al descubrir que allá creen que le pagan a uno la mitad del salario en prestigio y la otra mitad en dinero; como si uno fuera a Carulla y, al decir que trabaja en ese diario oficial, le llenaran gratis el carrito del mercado.

Ser periodista es sentirse traicionado cuando uno le oye decir a Enrique Santos, en plena asamblea de la Sociedad Interamericana dePrensa (SIP), que Álvaro Uribe ha sido un garante de la libertad de expresión y que “no ha tenido un solo acto que pueda considerarse como un atentado contra la libertad de prensa y de expresión”, olvidando sus ubérrimas arremetidas contra ilustres colegas colombianos y extranjeros que se han atrevido a cuestionarlo y de las cuales han sido víctimas, entre otros, Joseph Contreras (Newsweek), Alejandro Santos (Semana), Patricia Janiot (CNN), Gonzalo Guillén (El NuevoHerald), Juan Carlos Iragorri (RCN) y más recientemente Daniel Coronell, el insolente director de Noticias Uno. (Y pensar que ese mismo Enrique será el próximo presidente de la SIP)...

Ser periodista es sentir vergüenza ajena cuando una columnista como María Isabel Rueda pretende descalificar a The New York Times por sugerirle a Uribe que no se vuelva a lanzar. ¿Se imaginan las graves repercusiones que debió tener ese artículo?

Es presumible que desde el pasado domingo la circulación del periódico más influyente de Estados Unidos se haya ido a pique; que la publicidad haya disminuido verticalmente; que sus directivas estén con los pelos de punta y sin poder dormir; y que hayan despedido a la mitad de integrantes del consejo editorial, por irresponsables.

Supongo que ese diario no atravesaba una crisis así desde octubre de 2007, cuando Paola Ochoa(la fugaz consejera de prensa de la embajada colombiana en Washington), en protesta por un editorial sobre el TLC, mandó una carta acusando al Times de “cínico, inhumano, hipócrita, irresponsable e insensible”.

Ser periodista es indignante cuando los colegas acreditados en la Presidencia son sometidos a todo tipo de vejámenes por los encargadosde la seguridad democrática del mandamás de la ‘Casa de Nari’. Ser periodista en Colombia, retomando la frase de Borges en su cuento Ulrika, “es un acto de fe”.

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